Solo pertenecemos a estás letras y a nuestra mutua lectura.
Ambos sentados en la cama uno frente al otro. No te veré a los ojos, miraré tus mejillas para saber cómo y dónde acercarme. Lentamente respiro exhalando profundo en un llamado a tu aliento. Ya estoy cerca a cinco centímetros de tu rostro y puedo oler la sangre inyectada en tus labios. ¿Debería tomarte por la barbilla o entrelazar los dedos en tu cabello? Optó por el cabello atrayéndote hacia mi. Nuestros labios se tocan con una presión cálida y un poco húmeda que antecede al temblor y la succión.
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Ladren, perros ;)