Ir al contenido principal

Recuerdo de la infancia

Recuerdo de la infancia – #Escritura2018 6/52

Por Samantha Bañuelos R. | StevieVelvetDog


Qué difícil es elegir un recuerdo, en especial uno de los que pertenece a la infancia, quizás porque al mirarlos de nueva cuenta como un adulto no todos son tan felices ni las tristes como recordamos. Leemos nuestra propia memoria como los adultos que somos, y tal vez debamos mirar como los niños que fuimos. Mi recuerdo es una curiosidad coleccionable, el primer momento que recuerdo volverme fanática de la ciencia ficción. 

Como muchos de mi generación fui educada por la televisión, esa ventana de luz que mostraba "cosas" que de alguna otra forma no hubiéramos podido imaginar. Aunque se leía mucho en casa, la televisión era el entrenamiento que todos compartíamos, cada quien tenía su género predilecto. Mi madre no se perdía las series de suspenso, yo por la edad prefería en su mayoría las caricaturas. Mi abuela era fan de la lucha libres y mi abuelo de las comedias, algo enrevesado pero cierto.

Mi abuelo y yo compartíamos un justo especial por “Viaje a las Estrellas” (Star Trek), a diferencia de mi madre y abuela que calificaban las aventuras de la tripulación del Enterprise como ridiculeces; así que nosotros éramos los únicos y fieles espectadores del programa frente a un televisor de bulbos durante los ochentas. 

Recuerdo mi fascinación por las estrellas, que mi abuelo me enseñó a recrear picando agujeritos en cartoncillo negro. Y las peleas con monstruos y alienígenas que eran algo parecidas a la lucha libre mexicana. Todos los episodios nos resultaban emocionantes y gracias a las continuas repeticiones podíamos aprender los diálogos y decirlos de memoria. 

Siempre repetíamos al unísono con una sonrisa de total complicidad: “El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar «Enterprise», en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar.” 

Un día pregunté a mi abuelo si creía que alguna vez llegaríamos a las estrellas. Y su contundente respuesta fue la siguiente: ― ¡Seguro, tienen el trabajo más sencillo! Ir de mundo en mundo, conociendo nueva gente. A veces tienen problemas, pero nada que no puedan resolver. Cualquiera puede hacer lo que ellos hacen. ― 

Tan simple, tan fácil como una revelación que solo esperaba ser enunciada y dar en el blanco dentro de mi imaginario. Las orejas de mi abuelo se vieron más puntiagudas y su cabello más vulcano. Y así fue como me enseñaron a creer en mí misma y en las posibilidades de encontrar inspiración en todo aquello que me gusta.

Hace más de una década que mi abuelo falleció, para convertirse en un fantasma de la Fuerza, pero esa es otra historia.

Wars Love | Ilustración por @tobsfonseca


Comentarios

  1. Ah, los abuelos. Los míos nunca me dieron sus caramelos werther's original por más que suplicaba. Ahora que ya no están... ¡todos los caramelos para mí!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Ladren, perros ;)

Entradas más populares de este blog

Colaboración

Publicado originalmente en: https://kreativ-arte.com/#!/blog/pouring/2/p/     Un amigo inicio un negocio de venta de arte y como no sabía como iniciar un blog para su sitio me pidió ayuda. Como buen webmaster investigue de que se trataba su concepto y la técnica pouring de verter pintura acrílica de forma metódica pero con inspiración caótica me pareció fascinante. Así pues escribí un poema inspirado en uno de sus cuadros. BUSCAR | Poema La mirada gira al fondo de un caleidoscopio, en el vértice del destello se pueden observar maremotos. Pasos amarillos viajan a ocres sobre arenas radiales, dónde el índigo transcurre viendo el anochecer en estrellas rosadas. Soy viajero estático en busca de su destino rojo, territorio lunar del tono más bello y turquesa.  

Narración en primera persona

Narración en primera persona – #Escritura2018 7/52 Por Samantha Bañuelos R. | StevieVelvetDog   Recorrí durante horas varios kilómetros de red neuronal en busca de un recuerdo. Quisiera poder decir que mi memoria es como una biblioteca bien catalogada, pero la verdad, se asemeja más a un calabozo. Millones de puertas se presentan ante mi custodiando recuerdos, nociones e ideas tras de sí. Lo único identificable de lo que pudiera contener cada espacio confinado es la consistencia de cada puerta. Las que proyectan translúcido código binario son gajes del oficio. Las que son de carne viva con heridas recién cosidas son asuntos de salud e intrínseca biología. Pero no olvidemos que estoy buscando un recuerdo, de infancia para ser exacta, así que no tengo más opción que ir a lo más profundo de mi ideático calabozo. ¿Dónde podré encontrar un recuerdo medianamente feliz del que pueda escribir? ¿Qué tipo de recuerdo me gustaría encontrar? De todos los pisos que hasta hoy conforman